Para aquellos que prefirieron dormirse en los laureles y no seguir adelante solo por miedo a fracasar o porque simplemente ‘estabais bien como estabais’ y al final os arrepentisteis de vuestros hechos no realizados. Por aquellos que están estancados en el presente y no sueñan porque simplemente no creen en los sueños y no ven la necesidad de llegar un paso más allá porque ‘No lo necesitan’. Y sobre todo, para aquellos que seguirán los pasos de muchos como los antes mencionados e intentan ‘ponerle los pies en la tierra’ y apartar de sus metas a gente que, a diferencia de ellos, quieren llegar a hacer algo grande con sus vidas, deciros, que en este mundo tan superficial y materialista existen dos clases de seres humanos: los cobardes y los valientes.
Si yo quiero un coche grande, imaginarme con una buena casa en un buen barrio de Nueva York, y un buen puesto de directiva en pleno Manhattan, queridos cobardes que os conformáis con la vida que os han preparado y no hacéis nada para transformarla, no sois nadie para intentar arrebatarme mis sueños. Yo lo lograré, porque creo en mí, y porque sé que puedo conseguirlo. Porque mientras que vosotros pensáis cuatro horas qué os vais a poner para ir de fiesta, yo estoy cuatro horas viendo fotos de mi gran sueño y mi motivación para conseguirlo. Vuelvo a repetir, no sois nadie para intentar arrebatármelo.
Quedaros con vuestras rutinas y haced lo menos posible con vuestras vidas, que yo mientras lo arriesgaré todo a una carta por conseguir mi sueño.
Los cobardes poblan el mundo, son superiores en número a los valientes pues casi todo el mundo prefiere esperar sentado a que llueva el éxito y solo unos pocos se atreven a saltar y cogerlo por ellos mismos. Seguid así, total, al fin y al cabo, a los cobardes no se les recuerda por nada.
